lunes, 23 de marzo de 2009

El informante


En ocasiones creo que soy una rata de laboratorio de la integración europea. Se me ha soltado -bueno, me he venido yo solito- fuera de mi hábitat y se comprueban mis reacciones ante los estímulos exteriores. No obstante, la realidad dice lo contrario, nadie se ha interesado de verdad por mi opinión. Hasta ahora. No será la Comisión Europea lamentablemente. Es mi escuela. Debido a las numerosas desventuras que he relatado soslayadamente a mi coordinador, se me instó a escribir un informe completo. No están todas las que son, pero son todas las que están. He aquí el resultado.

Para empezar, a pesar del tono pesimista, este texto no se hace con la intención de desalentar a nadie a venir. No obstante, opino que un estudiante antes de elegir un destino merece tener toda la información posible a su alcance. Aquí relato algunos de los problemas que he sufrido, y algunos, que sigo sufriendo.

Para ir en orden cronológico, empezaré por los meses previos a mi llegada. Tras serme concedida la plaza, hice el acuerdo académico con las tablas de convalidación que se me ofrecieron en la escuela. Tras este paso, rellené los documentos requeridos por la universidad de destino e intenté contactar con ella. Escribí varios emails al correo que daban como contacto en los documentos que cumplimenté. Aún espero la respuesta. Un mes después, conocí a las compañeras con las que compartiría destino. Afortunadamente, ellas consiguieron otra dirección de correo desde la que respondían sin gran demora. Escribí a esa dirección: expuse mis dudas y envié toda la información necesaria. Al tiempo, se me transmitió que no sabían si las asignaturas seleccionadas eran correctas y que me darían una respuesta en breve. Sigo esperando también esa respuesta, esto fue fuente de problemas posteriores.

Por otro lado, la información que se me dio sobre la residencia universitaria resultó ser un tanto inexacta, por no utilizar un calificativo malsonante. Se me transmitió que el precio de la habitación individual era 120€/mes, también, me informaron de que había una cocina común por planta. Al mes, me enviaron otro correo electrónico en el que me comunicaban que el nuevo precio por habitación era de 200€/mes. Me parecía un incremento excesivo. Como el precio final no resultaba desorbitado, decidí reservar la habitación en esas condiciones. Este segundo correo no se le envió a todos los Erasmus, muchos llegaron pensando que la habitación seguía valiendo 120€/mes.

Una vez en Bucarest, al llegar a la residencia tuve varias sorpresas. La primera, las deplorables condiciones higiénicas en que se encontraba la habitación. A las 4 de la mañana, tras un largo viaje, encontrarse una cama con sábanas como las que yo encontré, no es agradable. Pelos y manchas variadas, incluidas de sangre, no son una buena bienvenida. La habitación se encontraba en condiciones muy precarias. Valga como ejemplo mi otrora calefactor, el cual estaba sujeto con una lata de mostaza. Del cuarto de baño, mejor ni hablar. Siguiendo con la tónica, la prometida cocina resultó ser inexistente. Para rematar, a los pocos días se nos comunicó que el precio de la habitación se había modificado ese mismo mes, algo que no se nos hizo saber antes de nuestra llegada. La nueva situación era la siguiente, el precio de la habitación ahora ascendía a 400€/mes. Además, nos dijeron que no todos iban a poder tener habitaciones individuales, a pesar de haberlas reservado con anterioridad. Por este motivo, dimos parte a la Universidad de Málaga. A pesar de la excelente localización de la residencia, justo en frente de la universidad, todos estos problemas hicieron que decidiera mudarme a un piso. Los compañeros que se quedaron consiguieron que el precio volviese a ser el acordado previamente, pero se vieron obligados a seguir compartiendo habitación.

Llega el primer día de clase, primera visita al vicedecano. Descubrimos que han adaptado su sistema al plan Bolonia, por lo que el plan de estudios ha sufrido una importante modificación. Menos de la mitad de las asignaturas que estaban en mi acuerdo académico se mantienen intactas. Este hecho no se nos trasladó antes de nuestra llegada, de hecho, en la oficina Sócrates tenían nuestros acuerdos académicos firmados y aprobados con asignaturas que ya no existían.

Para compensar, se me recomendó en secretaria que eligiese algunas asignaturas de la facultad de electrónica, la cual imparte los cursos en rumano. Así lo hice, no sin dificultades, como ya contaré más adelante. Los profesores me aceptaron de buena gana, llegando incluso a impartir las clases en inglés, algo que agradezco profundamente tanto a los docentes como al resto de estudiantes. El problema apareció a la hora de incluir estas asignaturas en el acuerdo académico. En ninguna oficina sabían cómo tenía que proceder: pregunté en secretaría y me enviaron al vicedecano, me dirigí al vicedecano y me mandó a la oficina Sócrates, fui a la oficina Sócrates y me dijeron que tenía que ir al vicedecano… Un despropósito. Durante meses se cambió el criterio hasta dar uno por válido. La cantidad de tiempo perdido a raíz de esto fue más que considerable.

Otro de los motivos que dio lugar a que se prolongase en el tiempo la firma del acuerdo académico fue conseguir la información básica de las asignaturas. Para algo tan básico como el código de una materia no podía acudir a secretaría, tenía que ir en busca del vicedecano. Además, conseguir los temarios de las asignaturas no fue fácil, ya que la página web no está todo lo actualizada que debería. Esto implica que la información tenga que pedirla expresamente al profesor, algo que en un par de casos puntuales costó meses conseguir.

Para la búsqueda de las nuevas asignaturas, esperaba tener ayuda. Cuando se me informó de quien era mi coordinador académico intenté contactar con él. Estaba de viaje y me comentó que estaría fuera de Bucarest todo el mes de Octubre. Por lo que estuve sin coordinador en el momento más crítico de mi estancia. Más adelante, en Diciembre, cuando volví a necesitar su ayuda, resultó que también estaba de viaje, estaría fuera hasta después de las vacaciones. Tuvo que llegar Enero para poder conocerlo en persona. El contacto que mantengo con él es prácticamente inexistente, la última vez que le escribí estaba, otra vez, de viaje. El apoyo firme de un coordinador desde el principio me hubiera ahorrado mucho tiempo y problemas.

Los problemas no sólo se quedaron en el aspecto burocrático, afectan también a las clases. Estas, no se dan todas en el mismo edificio, a día de hoy he tenido clase en 7 edificios repartidos por tres campus. Esto no ayuda a orientarse. Por si era poco, en algunas aulas estaban de reformas a comienzos de curso. En ninguna parte se informaba de la nueva localización de las clases magistrales. Ni en secretaría supieron responderme. Tardé semanas en encontrar donde se impartían algunas asignaturas. El problema no se acabó en el primer periodo, este cuatrimestre, al llegar a clase descubro con bastante asiduidad que no hay nadie en el aula previamente establecida, se modifica la localización sin previo aviso. Como ejemplo, el miércoles pasado, al llegar a clase encontré un papel que rezaba "EB126, perhaps", resumiendo, fui hasta la otra punta del campus y al llegar a la susodicha aula tampoco había nadie. Situaciones similares han ocurrido también durante la época de exámenes.

Por otro lado, las sesiones de clase son en algunos casos maratonianas. He llegado a tener más de 10 horas de clase seguidas. No existe una pausa a media mañana para almorzar. Esta situación no se debe a que yo haya elegido asignaturas de diferentes cursos y se hayan acumulado, no, es la tónica general.

Cabes destacar también, que algunas de las asignaturas, que se supone, se dan en inglés, se imparten en rumano. Algunos docentes se niegan a hacer el esfuerzo de hablar en lengua extranjera. En un caso se llegó a invitarme a no asistir a un curso, por lo que tuve que preparar la asignatura por mi cuenta utilizando la bibliografía recomendada y recurriendo a la ayuda de mis compañeros rumanos.

La organización de la universidad es un caos. En secretaría cada vez que pido algo me mandan al vicedecano, el cual como es comprensible, me trata con desgana al tener que hacer un trabajo que no le corresponde. Además, los problemas derivados de no tener un coordinador académico competente en Bucarest han provocado que tenga que acudir en busca del vicedecano en demasiadas ocasiones. Su paciencia hace tiempo que se acabó conmigo, es comprensible, pero no entiende que mis problemas están provocados por la desorganización de su institución, me los achaca a mí.

La última de mis batallas burocráticas con la universidad es la siguiente. Hace algo más de una semana, acudí a la oficina Sócrates a comprobar mi expediente académico. Quería saber si habían pasado las notas del primer cuatrimestre. Tuve la desagradable sorpresa de descubrir que tenía sólo la mitad de las asignaturas que había hecho. El documento que me mostraron, a diferencia de lo que yo creía, era definitivo, por lo que el plazo para incluir notas del primer cuatrimestre ya estaba, en teoría, cerrado. Cuando conocí este extremo, decidí hablar con los profesores de las materias afectadas. Al parecer, en unos casos se olvidaron de poner mi nota, en los otros, decían que mi nombre no aparecía en la lista de la asignatura, por lo que no incluyeron mi calificación. Las citadas listas se entregan a los profesores a principio de curso, por lo que parece razonable que alguien que ha hecho su acuerdo académico pasado Octubre no aparezca en las mismas. El que en secretaria no se les informe de este hecho a los profesores de las citadas materias dice bastante. A día de hoy no he resuelto el problema, espero hacerlo en próximas fechas.

A continuación, resumo algunos problemas menos graves, pero que a mi juicio, deben de ser expuestos.

El carnet estudiantil para transportes, del cual disfrutan todos los alumnos de esta universidad, se nos niega a los Erasmus. Lo que hace que el transporte público nos cueste el doble que a nuestros compañeros locales. No tengo noticia de que esta discriminación se dé en ninguna otra universidad del país.

Señalar también que la universidad no ha hecho ni un solo acto para los Erasmus. Ni una jornada de presentación, ni una actividad intercultural… absolutamente nada.

Mis problemas no acaban aquí. Aún así, decido no relatarlos, ya que algunos no se pueden achacar a la universidad y otros, se tienen que pasar por alto, ya que son cosas del país.

Con todo esto, no busco que se realice una queja formal, reclamación de diversa índole o cierre del acuerdo. El vicedecano ya conoce mi situación, por lo que no hay información relevante que transmitirle, además sería contraproducente. El propósito de esta misiva no es otro que el de informar al futuro Erasmus. El conocer los puntos flacos de esta universidad ayudará a quien recoja el testigo a adaptarse con mayor rapidez, así como a evitar algunos de los errores que yo cometí. La experiencia merece la pena, y aunque no sea el destino más atractivo posible, yo creo que se madura más que en ningún otro.

4 comentarios:

Jose dijo...

Joder tio... otra cosa no, pero madurez como persona si k vas a coger alli....

Solo espero k se te solucione pronto lo de la notas, y k se te pase pronto el tiempo k te keda allí, y k te aprueben todas y te las pasen al puto expediente!

Muxo ánimo alex!!!

Aleji dijo...

Me tienen hasta...!! Ya he conseguido que pasen mis notas a un papel de secretaría. Ahora "sólo" me queda pedirle al vicedecano que me lo firme, una persona que me odia. Imaginate que Puerta se pone a pegarte voces en mitad del pasillo, pues eso me ha pasado a mí jajajaja

Jose dijo...

jajja weno aunk sea falsifica la firmaaaa!!! jajajaj!!!! a ver si ay suerte tiooo!!!

Carlos Sánchez dijo...

Aún recuerdo el día que Pablo Cordero se ofendió cuando se me ocurrió sugerir que tal vez algunas de las Universidades Estadounidenses del programa ISEP podían ser instituciones más serias y de más prestigio que las de Rumania.