domingo, 1 de marzo de 2009

Lindos bloques comunistas


Sigo a mi ritmo de un post cada 2 meses. La desgana ha ganado al deseo de tener una horda de lectores insaciables. No en vano, quién sabe si así consigo mantener un mínimo de calidad, cosa que me importa bastante más.

Hace mucho que abandoné mi otrora habitación en la residencia, bote de mostaza incluido. Mi nueva, bueno ya no tanto, dirección se encuentra en uno de los muchos bloques comunistas que colonizaron la urbe durante la época de Ceauşescu. Estos preciosos ortoedros grises de apariencia indistinguible entre ellos convierten a la ciudad en un en espacio monolítico. Aquí no tienen Titanlux.

Precediendo a mi llegada me informé cuanto pude sobre la ciudad. La París del Este la llamaban. El nombre prometía. Me esperaba una ciudad pobre, pero llena de riqueza arquitectónica. Lo que no te comentan en los folletos turísticos es que ese sobrenombre se le dio durante el periodo de entreguerras. Tras la Segunda Guerra Mundial y Ceauşescu, poco queda de aquel París. Unos a cañonazos y otros con excavadoras, dejaron aquel apelativo para la historia.

Peculiaridades de mi piso comunista, que no serán tan peculiares ya que todos son iguales.

El ascensor. El ascensor es de puertas abatibles, yo lo visualizo como un ataúd colgante. Los números de las plantas están escritos con rotulador y los botones parece que se los han comido los ratones. El suelo tiene holgura y se hunde cada vez que alguien entra, al principio me parecía que se iba a caer, ya estoy acostumbrado.

La basura. Bucarest es una ciudad no sucia, sino marrana. Es curioso ver por las calles tanta basura y casi ningún contenedor. Aún así uno se pregunta adónde irá a parar la mayor parte de la basura. Curioso. Otra duda que tenía era por qué las bolsas de basura aquí eran tan pequeñas. Desconcertante. Hasta que llegué a mi piso. En el hueco que hay entre ambos ascensores se sitúa un tubo vertical que recorre todo el edificio, en cada planta tiene una trampilla por la que tirar las bolsas de basura, de ahí que sean más estrechas. Esta basura va a parar abajo...y a partir de ahí no me preguntéis más, no lo quiero saber. El dato es que esa trampilla está casi siempre abierta y nadie la limpia. Hay gente que tira la comida sin bolsas, así que os podéis imaginar cómo huele. El tamaño y el color de la costra no da ni la mitad de asco que el olor que emana de allí. Resultado, el edificio entero huele a basura. Afortunadamente, dentro del piso no entra el susodicho hedor.

La cocina. No tiene extractor de humos. El dicho aquel "Somos lo que comemos", en nuestro caso se amplía a "Olemos a lo que comemos". Cada vez que hago pollo al curry me entran ganas de comerme la sudadera.

Los compañeros. Una chiclanera y un rumano, a los que podríamos añadir la novia de este último, ya que pasa aquí casi el mismo tiempo que él. Con la española hablo en español (evidentemente), con el rumano inglés con pinceladas de rumano y con su novia francés, no habla inglés, más intentos de rumano también. Cuando nos juntamos los cuatro aquello parece la torre de Babel. Nada de chistes de Bisbal, por favor.

La calidad de los materiales. Por un lado podría decir que es genial. Es impresionante que a -2º haya podido estar en casa a esa temperatura sin necesitar la calefacción. Creo que por eso sigo vivo, ya que como comenté anteriormente, no suele estar cuando más se la necesita. Por otro lado podría decir que los materiales no se merecen toda mi confianza. Especialmente cuando sin motivo aparente se cayó de golpe toda la pintura del techo de la terraza, rejilla incluida.

El precio. 700€ por 2 habitaciones un salón, 2 baños, salón y cocina. Rumanía no es barato. Y no, no nos han timado con el precio. La burbuja inmobiliaria se ha mudado al Este. No deja de sorprender que aquí sea más barato pagar una hipoteca que un alquiler. El hecho de que tantos trabajadores extranjeros hayan llegado a la capital tras el ingreso del país en la UE ha disparado los precios. Al valer el piso lo que vale, buscamos un compañero para dormir en el salón, por lo que no tengo sala de estar. Toda la vida social que hacemos en esta casa la hacemos en la cocina.

Las zonas comunes. ¡Já! Deja que me ría.

Dejo una foto con las vistas al Mediterráneo que tengo desde mi ventana.

3 comentarios:

Jose dijo...

Ale!! k no me habia dao cuenta k abias actualizao..!! tio no sabia k te abias mudao... joer mira k tener k alkilar hasta el salon... puff!!! En fin voy a leer el otro post...

Aleji dijo...

O alquilo el salón, o pago 350€ al mes. Casi nada...

Anónimo dijo...

El curry no sólo se pega a la ropa sin extractor, también con extractor y aunque tengas ventanas. Pero por si esto te parece poco si se te ocurre guardar algo que huele a curry en un armario puedes estar seguro que la ropa más cercana olerá a curry, es cuestión de tiempo.

Suerte en "Romania".