lunes, 13 de abril de 2009

Desiré y yo

Cuando juntamos a una cinofóbica (fobia a los perros) con un rumano que se hace el sueco la ecuación de la convivencia devuelve un pitote (¡existe!).

El compañero de piso rumano, llamémosle Bogdan (nombre ficticio), nos preguntó allá por el mes de Octubre si podía meter una mascota en el piso. La respuesta fue un no rotundo. Mi compañera de piso, Jennifer digamos que es su nombre, pierde los nervios cada vez que se le acerca un chucho. Qué suerte vivir en Bucarest para ella.

Llega el mes de marzo, está servidor fregando platos, variando está el chico. He ahí cuando entra don Bogdan con su novia, nominémosla Oana. Abren la puerta de la cocina, un par de frases de cortesía y de repente...me parece ver algo raro que se ha movido en el suelo. Allí estaba ella, Desiré.

Desiré es pequeña, peluda y suave; tan blanda por fuera que se diría que no tiene huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Desiré defeca con la majestuosidad de un pavo real, su orina es amarilla; tan amarilla que se diría que es zumo de limón. Sólo el parqué es lugar digno para sus evacuaciones. El líquido excrementicio de Desiré está compuesto por azufre proveniente de sus riñones, su sutil aroma se expande por todas las habitaciones del inmueble. Sus ladridos continuos son gráciles arias caninas que comienzan con el canto de los gallos y terminan con los últimos rayos brindados por el astro rey, cuando llega a su fin su prolongada soledad.

Come cuanto le dan. Le gustan los gusanitos, las salchichas, todas de ahumado; los cables de red local, con su cubierta de gris plástico.

Es tierna y mimosa, igual que un niño, que una niña...; pero huérfana de facto por la irresponsabilidad de aquel que se dice su dueño.

Oana es inconsciente, tanto como su pareja sentimental, decidió regalar mamífero cuadrúpedo a su amado para mitigar su amarga soledad. Bogdan, escudándose en el hecho de ser un regalo, lo acepta de buen grado a sabiendas de las circunstancias de su compañera. Sin consulta previa, la lleva al piso que comparte con dos homínidos con pasaporte español. He ahí cuando servidor está con un plato en la siniestra y un estropajo empapado de Fairy en la diestra. El pequeño melón peludo con vida que es Desiré hace que se le caiga la baba a cualquiera.

Al enterarse la cinofóbica se monta la de San Quintín. Ella no quiere ni siquiera salir de su cuarto y monta un espectáculo cada vez que sospecha que puede toparse con el can. Resultado, ultimátum al señor Bogdan. No se puede quedar con el perro en nuestro querido hogar. Consecuencia, decide marcharse con su nuevo amor.

Y así acabó, como vino se fue. Sólo me dejó su recuerdo y el hedor en la fregona. El recuerdo persiste, la mopa fue a la basura tan pronto abandonó el lugar.

Ya tenemos nueva compañera de piso, ahora toca chica rumana. Seguimos con el producto nacional. Veremos lo que nos depara el destino.

P.D: Si tengo un tercer lector que se manifieste en forma de comentario.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes mas lectores de los que crees XD

Jose dijo...

Mira vessss!!! tu blog es very popular...!! por cierto cabron, me he leido todo lo de la forma k caga el perro mientras desayunaba....!!!! jajaj!!

Aleji dijo...

Yupiiiii tengo lectores! Pues menos mal que no he subido una foto de su caquita :)

Iván dijo...

Yo también te leo crack! me hacen mucha gracia tus comentarios. Y ese perrillo es la polla, mu gracioso jajsjajsa