sábado, 25 de abril de 2009

Grecia primera parte: Tesalónica


Sí, estoy vivo. Entero, de una pieza. Empezó como un reto y terminó siendo una de las mejores experiencias que haya tenido desde que ando por estos Balcanes de marras.

El sábado 18 salí desde Bucarest rumbo Tesalónica. 17 horitas de tren me aguardaban, casi nada. Afortunadamente se podía pagar un suplemento de 110 Ron y viajar en cama. Ni me lo pensé. Durante el largo camino fui testigo de un pasatiempo infantil búlgaro. Al acercarse el tren a una estación y aminorar su marcha, los rapaces se dedicaban a enseñar a los ocupantes del ferrocarril su aparato reproductor o el tramo final de su sistema digestivo indistintamente.Tras llegar a Tesalónica a las 6 de la mañana me dirigí presto al hostal. Había viajado en cama pero no pude dormir apenas, malditos controles de frontera.

Llegué al hostal. No se puede entrar antes de las nueve, por lo que toca quedarse en la calle esperando tres horitas. Bueno, veremos la ciudad entonces. Pido un mapa, me dan una fotocopia cutre y a la caza de monumentos me lanzo. ¡Qué bueno ver el mar después de tanto tiempo! Allí estaba yo, en mitad de un boulevar desangelado. Sólo aparecía eventualmente algún que otro grupo de griegos en un lamentable estado cantando lo que supongo será su equivalente del "alcohol alcohol". De repente me crucé con un grupo de argentinos que había conocido en Sofía, el mundo es un pañuelo y Europa es un moco. Me pidieron el móvil, el correo ...etc juraron y perjuraron que al día siguiente me avisaban para salir, aún estoy esperando. Calle abajo me fui buscando el centro. Ya que la condición de pre-ingeniero es intrínseca a mi ser, no podía si no asustarme ante tanta delta, sigma, omega y demás letras griegas presentes por doquier.

Como buen guiri que se precie, una vez en el centro de la ciudad tocaba empezar a hacer fotos. Allí estaba yo retratando a mi tocayo más conocido cuando de repente un mamotreto con botas militares, bomber, cabeza rapada y no menos de 1.80 de estatura y 110 de peso se queda mirándome. Cambia el sentido de su paseo 180º, o en otras palabras, viene hacia mí. Toca alejarse de allí. No me pierde de vista, doy un par de giros incoherentes y allí continúa él, siguiéndome la pista. Pues habrá que probar a acelerar el paso. Él también lo hace. Uno, dos, tres... a cruzar la avenida a toda hostia y perderme por donde pueda. Unas vueltas alejado de la zona, un desayuno y ya son las 9. A planchar la oreja.

Hora del almuerzo, voy al primer restaurante griego que encuentro por los alrededores del hostal. Como el camarero no sabe inglés le pido lo que parece más diferente, a primera vista parecía un calabacín relleno, craso error. Lo elegí por bonito y acabé comiéndomelo intentando no mirar el plato. No recuerdo su nombre pero sí su sabor y sus ingredientes: Hígado, intestinos, grasa y más cosas que no quiero imaginar. Una vez superado el trámite gastronómico, me doy una vuelta por la ciudad y llego a la conclusión de que no he visto en mi vida una ciudad que se parezca tanto a Málaga como esta. Las similitudes son las siguientes: Un paseo marítimo enorme (Antonio Machado), que casi a su fin termina en una torre (el faro) y poco más allá está el puerto con sus grúas gigantes (me faltó comprobar si al otro lado estaba Huelin), la ciudad está cercada por montes (montes de Málaga) coronados por un castillo y un mirador (Gibralfaro). Si a esto se le añade el mar, el clima y las terrazas el parecido llega a asustar. Bueno, por hoy está bien, vámonos.

Segundo día. Tras una ronda de museos era el turno de subir a las murallas de la ciudad y ver el único barrio histórico que se mantiene en pie en la capital de la Macedonia central. Estaba yo en un pasillo estrecho, solo y tirándole fotos a una típica casita blanca con sus barrotes y puertas en celeste, cuando volvió a ocurrir... Un tipo con malas pintas, creo que no necesita mayor aclaración, se ofreció a hacerme una foto con la casa en cuestión. Me hago el sueco, o el español en este caso y emprendo mi marcha calle abajo. El indeseable en cuestión siguiéndome y gritándome, cada vez acercándose más. Por fortuna al cruzar la esquina había un bar y me acerqué a el y a los viandantes que lo circundaban. Tan pronto vio que aparentaba estar acompañado se dio media vuelta. Para el próximo viaje me llevo una pipa o un spray de pimienta. Hora de irse a la cama. Mi tren con dirección Atenas salía en pocas horas.

Dejo una foto de la torre blanca, símbolo de la ciudad. Antigua torre bizantina que sirvió durante un tiempo como cárcel. Uno de sus presos, tras ser indultado, blanqueó toda la torre como muestra de agradecimiento, de ahí su nombre. Algún día aprenderé a encuadrar...

4 comentarios:

Jose dijo...

tio ale... k susto con los chungos k hay por allí no??!! uff.... voy a leer el otro post... k te tengo abandonaooo!!!! en ké keda mi reputaciónnn!! jejej

Aleji dijo...

Ya me extrañaba a mí tanto tiempo sin ver un comentario tuyo jaja

Jose dijo...

jajajja esk he estado muy atareado este finde en mi pueblo...! jejej!! pero ya he recuperado lo no leido en tu blog jeje!

Anónimo dijo...

Hola, Me llamo Susana y soy de Valencia, en septiembre voy a ir a Tesalónica a Estudiar, peroestoy buscando un histal asequible para emprender la búsqueda de piso. ¿Me podrías decir en cuál te laojaste tú y si estaba bien?

gracias!!

P.D: susanacortes_85@hotmail.com